viernes, 29 de abril de 2016

Si no puedo perrear, no es mi revolución

El pasado año, después de un mes en Cuba, me decían que lo único que me falta para ser cubana es sacar la lengua al bailar. Es algo superior a mis fuerzas. Ni bailando sola en mi casa logro hacerlo. Probad en casa a ver cómo os sentís. Esa incapacidad de hacer un inofensivo gesto de desinhibición sexual y descaro refleja la rigidez y represión en la que crecemos por estos lares, creo yo.

En mi perfil de Twitter pone: "Si no puedo perrear, no es mi revolución". Mi afición por el reguetón es de sobra conocida en mi entorno. En realidad disfruto más escuchando y bailando otras músicas, pero la imagen de feminista que perrea rompe los esquemas, y eso me mola, así que la exploto. Para la gente con resistencias antifeministas, cuestiona el estereotipo de que las feministas vivimos amargadas, de que somos unas 'malfolladas' que no sabemos disfrutar de la vida y nos lo tomamos todo a la tremenda. Para muchas feministas, que una de las suyas disfrute restregando voluntariamente su culo contra el paquete del maromo de turno, puede generar un cortocircuito interesante.

¿Por qué me gusta el reguetón? Como dice Calle 13, porque se me mete por el intestino, por debajo de la falda como un submarino, y me saca lo de indio taíno:

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Qué liberador es para los vascos y vascas agitar la pelvis, plaplapla, y frotarnos, frafrafra.

Más si una ha sido educada como una señorita de clase media acomodada. Ya lo dice Residente, de Calle 13: con el reguetón hay que levantarse la falda hasta la espalda y sacudirse el sudor. Hay que perder el recato, los buenos modales. No es un baile refinado ni elegante. Es indecente y ordinario. Me encantan esas cubanas que lucen orgullosas sus muslacos aunque tengan celulitis, que no les da pena que el pantalón bajo deje al aire su rabadilla mientras agitan sus carnes demostrando una conexión con su cuerpo fascinante. Tal vez en América Latina el reguetón esté potenciando la hipersexualización de las mujeres como objetos de deseo, tal vez no sea empoderador. Aquí creo que nos va bien un poco de eso. Feminidad barriobajera, sin clase, de hembras en celo que no cruzan las piernas sino que las abren de par en par, sin preocuparse por que se les vea las bragas.

No sé si es verdad que en Euskadi follamos poco, pero lo que es cierto es que nos tocamos poco. Para mucha gente, el contacto físico es algo íntimo, reservado para la pareja y la familia. A veces ni para la familia. Es mi caso: aunque voy trabajándolo, hasta hace poco sólo me abrazaba con mis parejas, amantes y con mi hermano. Así que me gusta, me sienta bien romper con esa concepción del cuerpo como un ente fortificado. El reguetón es un espacio consensuado en el que pongo mi cuerpo a disposición total de la pareja de baile (a menudo desconocida). Me puede agarrar de donde quiera, puede sentir con todo su cuerpo todo mi cuerpo.

Que sea algo consensuado implica un respeto mutuo. No es una invitación a nada más que a bailar. Y si me incomodas, te lo hago saber y me respetas. Por muy tórrida que se haya puesto la cosa, rara vez un cubano (digo cubano porque es en lo que me he centrado reguetoneramente hablando) ha aprovechado el momento para mover ficha. Eso llegaba en todo caso cuando terminaba el baile. El baile es baile.

Es decir, frente al mito de la calientapollas, tan vigente aún en nuestras tierras, mi experiencia es que yo puedo estar perreando a un tío toda la noche, y el asume que eso es todo, que no le da derecho a exigirme nada más. Pensemos en las fotos de San Fermín: hombres que ven una teta y la tocan como por inercia, porque se sienten con derecho a tocarla, como decía Emi Arias en Pikara. Alguna vez comenté que el acoso machista en las calles de La Habana se hace muy pesado. Pero creo que la diferencia respecto al de aquí es que no hay sexofobia. Lleve minifalda, vaya sin sujetador ('ay, qué rica, toda sueltecita, mami', me dijo uno una mañana que fui a hacer la compra con una camiseta de manga corta sin escote) o esté bailando desatada, ningún hombre cubano me ha devuelto esa lascivia turbia de quien te ve como a una golfa a la que puede humillar. Aquí algunas hemos sentido clara esa dicotomía puta/esposa. Ya sabéis, ligábamos  pero no éramos el tipo de chica que uno quiere para novia. No éramos mujeres decentes porque nos reafirmábamos como seres sexuales. Así que casi prefiero a Osmany García presumiendo de que su jevita es un carrito loco loco loco. "Ella sí que no se mide, a ella le gusta dar cintura para que todo el mundo la mire". Qué bien lo pasábamos por el Malecón gritando: "Mi jevita es una fiera, mi jevita es como un gato, como quiera que la tire ella siempre cae en cuatro. ¡Agua!"

Si hay un reparo ante el reguetón que me gusta rebatir es el de que es un baile machista porque la mujer se mueve para darle placer al hombre. Es curioso porque, bajo una premisa aparentemente feminista, una vez más se niega la sexualidad y el placer de las mujeres. ¿O sea que si yo me froto contra un tío es para darle gustito a él? ¿Acaso no creen que frotarme contra una pierna o un paquete me da gustito a mí?

Pero es que además no va de eso. Va de compartir el placer de bailar. Va de comunicación. Y no siempre es sexual. Una vasca va a Cuba y se escandaliza viendo a madres perreando a sus hijos, por ejemplo. Pero es que no es sexo, es baile. Es un baile con carga erótica, como tantos otros la tienen en el Caribe. "¿Pero y no te empalmas cuando bailas reguetón?", es una pregunta habitual de un vasco a un cubano. A muchos les parece una ofensa. "Sería una falta de respeto; se me para cuando se me tiene que parar, esto es baile". Por mi parte, no veo mayor problema, por lo que digo, porque tengo la tranquilidad de que el hecho de que se excite no le va a llevar a hacer la lectura de que yo he empezado algo que tengo que terminar.

En el tango, la mujer baila hacia atrás; el hombre dirige y controla el espacio. En la salsa o en la bachata otro tanto: él decide cuándo la hace girar, cuándo la acerca y la aleja, cuándo la estrecha contra él. Las vascas, que nos cuesta dejarnos llevar, tenemos que aprender a entregarnos, a sentir un leve gesto del hombre en la espalda que nos dirá hacia dónde movernos, a seguir su ritmo sin rechistar. A mí personalmente me encanta dejarme llevar, me resulta súper liberador dejar de ser la que controla por unas horas. Pero la cosa es que el reguetón, que es bastante suelto, es de los bailes caribeños que más margen de maniobra ofrece a las mujeres. Yo puedo decidir si me pego o no, si me doy la vuelta, puedo marcar el ritmo, puedo tirarme al suelo, apoyarme en la barra, irme a bailar sola, regresar… ¿Por qué los citados bailes en los que la mujer tiene cero margen de maniobra no han sido tachados de machistas? Porque del reguetón, estoy convencida, lo que escuece no es el machismo, es que nos sonroja.

Ahora, vuelvo a repetir mi deseo de potenciar un reguetón queer, en el que los roles y los géneros sean intercambiables, los hombres ofrezcan el trasero a las mujeres, en el que chicas bailen con chicas no para la mirada masculina sino para su propio gozo, y los chicos (al margen de su opción sexual) también se animen a tocarse. Como decía en ese otro post,también creo que más que censurar el reguetón androcéntrico, se trata de promover que las mujeres no sean sólo adornos sino que también canten y compongan letras en las que plasmen sus deseos. Por lo pronto, una reguetonera argentina lesbiana se ha puesto en contacto conmigo para pasarme sus canciones, Chocolate Remix. Me parece un puntazo. Lo puedes escuchar aquí.

Y si las letras machistas y el exceso de testosterona nos ponen nerviosas, nos podemos hacer una lista de reproducción de canciones que tratan otras temáticas sin renunciar al ritmo pegajoso del reguetón. A mí me gusta esta parodia de la santería:
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En los últimos encuentros feministas y lésbicos en los que he participado, ha sonado reguetón, al menos el Atrévete te te, y nos lo hemos pasado teta perreándonos sin complejos. Si al principio me sentía una marciana, he ido conociendo a lesbofeministas que me han dicho que a ellas también les encanta el reguetón. Hemos fantaseado con organizar talleres de reguetón queer. También me sorprendió gratamente que Diagonal publicase una lectura feminista del reguetón que no lo demonizaba precisamente. Estoy convencida de que si nos reímos, si bailamos, si perdemos la compostura, si nos entregamos al desenfreno, seremos seres menos rígidos, más libres, capaces de hacer un activismo más transformador. Como dice mi amiga mexicana-nica Cristina Arévalo en sus talleres de teatro cabaret, un activismo desde el placer y no sólo desde el enojo.

Así que me reafirmo: si no puedo perrear, no es mi revolución.

http://gentedigital.es/comunidad/june/2013/07/24/si-no-puedo-perrear-no-es-mi-revolucion/

domingo, 3 de abril de 2016

A qué países se considera "Estados canallas"

¿Qué países son señalados por Estados Unidos y sus aliados como una amenaza para la paz mundial y de dónde viene el concepto de "Estado canalla"?

Resulta difícil ignorar que el Presidente de los Estados Unidos de América se considera a sí mismo "el líder del mundo libre", que como tal le ven sus compatriotas y no pocos de los habitantes del extranjero, y por extensión, al país que encabeza. De hecho, parece una perogrullada decir que Estados Unidos tiene un peso descomunal en las relaciones internacionales, porque eso es evidente a tenor de su influencia política y su poderío económico, militar y cultural. Pero lo que no hay que hacer es simplificar la visión de estas relaciones reduciendo la posesión del poder a las manos de cuatro señores: el mundo es complejo y hay multitud de intereses encontrados, y la conspiranoia, simplista por definición.Los Estados canallas, en teoría, cuentan con un régimen autoritario como mínimo, no respetan los derechos humanos, auspician el terrorismo y tienen armas de destrucción masiva

Meses antes de que Barack Obama volviese a ganar las elecciones presidenciales estadounidenses en 2012, la revista Forbes le tomó por la persona más poderosa del mundo por segundo año consecutivo y, literalmente, como decía, el líder del mundo libre. Aún faltaba un tiempo para que Viktor Petrov osara echarle un pulso a Frank Underwood, es decir, para que la misma Forbes señalara a Vladimir Putin como el tipo con más poder del planeta en 2015 debido a cómo estaba manejando las crisis de Ucrania y de Siria en contra de los intereses de Estados Unidos y sus aliados; si bien la revista Time ya le había escogido personaje del año en 2007, antes de que Obama fuera gobernante de todo su país.

Ronald Reagan - thenation.com

La expresión "mundo libre" surgió tras la Primera Guerra Mundial, en el periodo de entreguerras que transcurrió entre 1918 y 1939, y servía para distinguir a las democracias occidentales de los regímenes totalitarios, a naciones como Estados Unidos, Francia y Reino Unido de la Italia fascista, la Unión Soviética y la Alemania nazi. Su utilización se hizo muy habitual tras el Crack de 1929 y durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría; y el caso es que se sigue usando hoy día en el mismo sentido. Pero fue mucho después cuando se idearon los términos para definir a los enemigos del mundo libre: "los Estados canallas".La URSS, Iraq, Libia, Corea del Norte, Irán, Afganistán, Serbia, Sudán y Cuba han sido considerados Estados canallas

Pero había pasado tiempo, y estos enemigos no eran tales simplemente por su falta de espíritu democrático, sino que a los Estados canallas se les llama tales hasta el día de hoy cuando son acusados de ser una amenaza para la paz mundial y caracterizarse por contar con un régimen autoritario como mínimo, no respetar los derechos humanos, auspiciar el terrorismo y abastecerse de armas de destrucción masiva; y al menos la verificación de los dos últimos requisitos es problemática: no hay que olvidar, por ejemplo, que en marzo de 2015 se desclasificaron los documentos de la CIA usados para justificar la invasión de Iraq y resulta que el presidente George W. Bush y sus amigos mintieron cuando afirmaron que el genocida de Saddam Hussein tenía ese tipo de armas y relación con Al Qaeda.

George W. Bush - Zona3.mx

Si ya Ronald Reagan había calificado a la Unión Soviética de "Imperio del Mal" en 1983, fue durante su presidencia cuando se empezó a hablar de "Estados proscritos", pero no se definió el concepto con precisión ni se elaboró una lista de los mismos hasta que Bill Clinton residió en la Casa Blanca: Anthony Lake, consejero de Seguridad Nacional, mencionó en 1994 a Iraq, Libia, Corea del Norte e Irán como tales en un artículo para Foreign Affairs. Más avanzados los años noventa, se incluyó a Afganistán, Serbia y Sudán ya en la lista de Estados canallas.Se ha acusado a Estados Unidos de utilizar este discurso para justificar sus atropellos contra países que no se avienen a actuar conforme a sus intereses

Luego se quitó a Libia cuando el pérfido Muamar el Gadafi mejoró sus relaciones con Occidente a partir del año 2000, a Serbia en octubre de ese mismo año cuando cayó el criminal Slobodan Milošević y a Afganistán e Iraq tras las invasiones de 2001 y 2003 respectivamente. Madeleine Albright, secretaria de Estado de Clinton, había informado antes de que los canallas serían llamados "Estados preocupantes" a partir de junio del año 2000, un delicioso eufemismo. Pero con Bush Jr. volvieron los canallas en toda su intensidad, y se añadió el pintoresco "Eje del Mal" en el que incluyeron a Cuba, a la que acusaron en 2006 de patrocinar el terrorismo; aunque es de suponer que el país salga de la lista ahora que sus relaciones diplomáticas con Estados Unidos están mejorando tanto en la actualidad con Obama.

Anthony Lake - AsiaOne.com

Estas denominaciones y este tratamiento político que en Reino Unido también han hecho suyos, como era de esperar, han cosechado durísimas críticas de diversos intelectuales, como William Blum, Noam Chomsky o Jacques Derrida, los cuales han asegurado que Estados Unidos utiliza este discurso para justificar sus atropellos contra países que no se avienen a actuar conforme a sus intereses o incluso sus injerencias ilegales en los mismos. Y esto ha motivado que hasta califiquen a los propios Estados Unidos y a su aliado Israel de canallas por ser, según ellos, la verdadera amenaza para la paz mundial. A Francia tampoco le han gustado demasiado estos términos.La política exterior de Estados Unidos que haya resultado dañina no quita que los países señalados como Estados canallas no respetan los derechos humanos

Y, de hecho, es sabido que la hipocresía ha llevado a Estados Unidos, "líder del mundo libre", a apoyar a liberticidas como Rafael Trujillo en la República Dominicana, Francisco Franco en España, Augusto Pinochet en Chile o los talibanes en Afganistán en los años ochenta del siglo pasado; o a favorecer al dictador Hosni Mubarak en Egipto hasta su caída en febrero de 2011, a Arabia Saudí, que cumple con todo para ser considerado un Estado canalla, y hoy a las milicias rebeldes sirias contra el Gobierno represivo del dictador Al-Assad, que están compuestas por islamistas radicales y antiliberales y entre las que hay alguna, el Frente Al-Nusra en concreto, que es uña y carne con el grupo terrorista Al Qaeda.

William Blum - Wikipedia.org

Pero no parece conveniente caer en la trampa regresiva de atribuir todos los males del mundo a la política exterior de Estados Unidos y de la Unión Europea, aunque sean responsables de lo suyo, y obviar que los Gobiernos de los países a los que el pensamiento hegemónico del mundo libre señala como los Estados canallas sean abominables, aunque no patrocinen el terrorismo ni contaran con armas de destrucción masiva, porque no respetan los derechos humanos de sus poblaciones ni de los vecinos si tienen oportunidad. Porque la realidad del mundo es más compleja de lo que nuestras limitaciones nos dejan ver a simple vista, y no es necesario tomar partido por algún actor político y hacer la vista gorda con sus miserias, sino tratar de discernir cuáles son las causas justas en un conflicto, si las hay, y abrazarlas bien fuerte.

http://hipertextual.com/2016/04/estados-canallas