martes, 29 de abril de 2014

Gora ETA y otros chistes

Un guardia civil intentando hacernos creer que su PC es un Mac

La Guardia Civil detuvo el lunes a 21 personas que, además de personas, resultaron ser tuiteras. La circunstancia no es casual; todos fueron detenidos precisamente por su actividad en las redes sociales.

Si bien tuitear no es delito por el momento, sí parece serlo tuitear según qué cosas. Los detenidos, informa la benemérita, loaron a la banda terrorista ETA y se burlaron de sus víctimas no una ni dos sino cincuenta veces como mínimo. La mayor parte de las veces, aquí radica la innovación, lo hicieron de forma que pretendía ser graciosa.

Resulta evidente que el gesto es feo y no revela una estructura moral muy sólida. De todos los chistes posibles, que sin duda son millones, ¿por qué inventarse uno sobre un señor asesinado por ser concejal de su pueblo? Lo cual lleva a la siguiente y más compleja pregunta. Hecho el chiste una, dos o cincuenta veces, ¿debe éste ser considerado un delito?

La cuestión es peliaguda, como todo lo que involucra a la libertad de expresión y sus límites. Es por ello que convendría que el Ministerio del Interior aclarase con la mayor brevedad si esos 21 tuiteros han sido detenidos por enaltecimiento del terrorismo, como asegura la Guardia Civil, o, como parece en realidad, por haber intentado ser graciosos sin conseguirlo.

Si bien no soy partidario de detener a personas cuyos chistes fracasan puntualmente (dado que yo mismo sería detenido casi todos los días), sí creo aconsejable desarrollar una ley contra el persistente fracaso en el humor. Al fin y al cabo, los malos chistes empobrecen nuestra sociedad tanto o más que las malas seriedades.

Dicha ley debería regular con claridad y precisión cuándo se considera que un chiste ha fallado en sus objetivos y qué penas se establecen en función de la poca gracia que haga la gracia en cuestión. La normativa, es obvio, debería ser de obligatorio cumplimiento para todos los ciudadanos españoles, lo mismo para un tuitero de Gipuzkoa con pendientes en las aletas nasales que para, digamos, Manel Fuentes.

Creo conveniente, además, que los chistes sin gracia y por tanto delictivos no estén sujetos a una temática concreta. Así se evitarían las suspicacias, muy fundamentadas por otra parte, de que siempre se detiene a los mismos.

Propongo, por tanto, que una mala gracia sobre una víctima de ETA sea penada con la misma severidad que una destinada a cuestionar las capacidades intelectuales de los vecinos de Lepe. Como ésa que asegura que, en el municipio onubense, colocan ajos en la carretera para mejorar la circulación. Lo punible, entiéndase, sería el fracaso humorístico.

Los potenciales beneficios de esta ley son evidentes, ya que nos obligaría a todos, profesionales y amateurs, a esmerar nuestras chanzas ante el riesgo de incurrir en un delito. Se acabaría así con el tuit superfluo e irreflexivo, dando lugar a una nueva edad dorada de la comedia. Eso por no hablar de lo gracioso que sería ver a Manel Fuentes en la trena.

http://www.mimesacojea.com/2014/04/gora-eta-y-otros-chistes.html

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