miércoles, 26 de junio de 2013

Entrevista exclusiva al ministro Wert

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JOSE: Señor ministro, gracias por recibirme.

WERT: Antes de nada, y para saber a qué atenerme… ¿Qué nota sacó usted en selectividad?

J: Pues no me acuerdo, la verdad. Seis con algo, me parece.

W: Santo Dios. No te ofendas, pero por gente como tú España está como está. Apuesto a que tu familia es pobre, ¿me equivoco?

J: Bueno, no son ricos.

W: No, eso seguro.

J: ¿Considera que solo los ricos deberían acceder a estudios superiores?

W: Sin duda. A un pobre le vale con entender las señales de tráfico y los números del 1 al 5, para la palanca de cambios. A partir de ahí, cualquier conocimiento solo servirá para frustrarle. Cuando los españoles no sabían leer, tenían ocho hijos y sonreían y cantaban en los bares y mantenían a flote la industria de la prostitución nacional. Luego, aprendieron a leer y todo fue a peor.

J: ¿Admite entonces que su plan busca alejar a los pobres de la universidad?

W: ¡Desde luego! El problema es verlo como algo negativo. Seamos sinceros, muchos científicos en España trabajan en un bar. ¿Para qué necesita un camarero un grado en química? ¿De qué sirve saber la valencia del mercurio para poner un cortado descafeinado de máquina con leche fría? ¡Estamos tirando el dinero del contribuyente! No nos llega para todo, ¿qué prefieres tú, sanidad pública o camareros que entiendan la física cuántica?

J: Sanidad pública, pero…

W: Exacto. Todo el mundo sabe que antes los camareros eran mucho mejores. Ahora tenemos las barras llenas de licenciados que ni siquiera son capaces de poner un gin-tonic como Dios manda. ¿Y sabes por qué? Porque han malgastado su tiempo aprendiendo cosas que jamás usarán. ¿De verdad es ése el país que queremos? ¿Tú quieres un país de malos camareros?

J: Pues no.

W: Yo tampoco. Dime una cosa, ¿para qué quiere un pobre estudiar ingeniería? ¿Para diseñar su propia chabola? Estupendo, mira, que estudie ingeniería si quiere, ¡pero que se lo pague él! Lo que no puede ser es que todos los españoles tengamos que pagar los caprichos educativos de cualquier desharrapado. En España tenemos la generación de mendigos mejor preparada de nuestra historia. ¿Y por qué? Pues por culpa de una serie de políticas educativas filocomunistas.

J: ¿Y qué diría usted a todos los chicos y chicas que están saliendo de la universidad al mundo laboral este mismo mes?

W: A las chicas, lo primero, que se tapen un poco. Porque la izquierda está obsesionada con las becas, que si becas por aquí, que si becas por allá, pero de los tangas nadie dice nada. ¿Usted ha visto cómo van ahora las crías? ¡Están pidiendo a gritos un aborto! ¿Y se supone que todos los españoles debemos pagar el asesinato de su no nato solo porque un adolescente descerebrado le prometió que eyacular fuera es un método anticonceptivo fiable? ¡Necesitamos una revolución ética! Y ahí es donde entra Jesucristo.

J: Pero España es un Estado laico.

W: Y mire cómo nos va. La gente, sobre todo los pobres, necesitan recordar que hay un mundo mejor que éste. Pero también deben recordar que no cualquiera entra en el Cielo. Que el acceso al Paraíso, como el acceso a mi universidad, es duro y complicado. Que hay que cumplir una serie de exigentes requisitos. ¿Quiere eso decir que Dios es un fascista? No. Dios es exigente. Yo también.

J: ¿Se está comparando con Dios?

W: Bueno, hay que tener algún referente.

J: Gracias, ministro.


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