miércoles, 12 de octubre de 2011

“Los negros en Libia no somos seres humanos” :: Periódico Diagonal

“Los negros en Libia no somos seres humanos” :: Periódico Diagonal

LIBIA | EL CONFLICTO DE LIBIA DA PIE A UNA OLA DE XENOFOBIA CONTRA LOS MIGRANTES SUBSAHARIANOS

“Los negros en Libia no somos seres humanos”

"Son negros. No son libios. Muamar al-Gadafi les otorgó la nacionalidad”. Las referencias al color de la piel o al origen son los principales argumentos que se escuchan en el club deportivo Bab Bahar, en el puerto de Trípoli, para justificar el arresto diario de decenas de subsaharianos.

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TEXTO: Alberto Pradilla / FOTOS: Edu Bayer
Miércoles 12 de octubre de 2011. Número 158
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Los miembros del Consejo Nacional de Transición (CNT) les acusan de luchar como mercenarios junto al Ejército del régimen. Sin embargo, primero les detienen, luego les investigan y solo en el caso de que los reos demuestren que no empuñaron un arma son liberados. “Vienen de fuera, Gadafi los trajo para matar libios”, asegura Ali Mohammed, de 22 años, encargado de la seguridad. Cada noche, hombres armados recorren el casco antiguo de Trípoli y arrestan a cualquier hombre de raza negra. “Si demuestran que no han cogido las armas, podrán ser libres”, asevera Abdelhamid Abdelhakim, miembro del consejo local de la Medina.

Mientras, medio centenar de presos se hacinan en un pequeño campo de fútbol reconvertido en prisión, cobijados junto a la única sombra que protege de los 40 grados que abrasan el mediodía de Trípoli. Se calcula que cerca de dos millones de trabajadores procedentes de países como Níger, Chad o Somalia fueron sorprendidos por el fuego cruzado tras el inicio de la rebelión. Antes habían sido utilizados por el régimen de Muamar Gadafi, que los perseguía y se aprovechaba de su miseria para aparecer como barrera frente a la inmigración que trataba de llegar a Europa. Luego, terminaron encerrados o ejecutados por los insurgentes.

El 17 de febrero, cuando se inició la revuelta, los que se encontraban en el oeste, controlado por el régimen, escaparon a través de Ras Jdir, la frontera con Túnez. Ahí, desplazados como Immanuel Fusu, originario de Ghana, relataron cómo los guardias les habían robado lo que habían ahorrado en dos años de trabajo en Libia antes de permitirles abandonar el país. En otras zonas de Libia la huida no fue tan sencilla. Es el caso de Misra tah, asediada durante meses y donde cientos de inmigrantes (subsaharianos y bengalíes) sobrevivieron en un campo de refugiados ubicado junto al puerto. Nadie se planteó que el embarcadero era un objetivo militar estratégico, así que los desplazados tuvieron que salir huyendo en varias ocasiones cuando se vieron sorprendidos por el fuego de mortero.

En el frente, en localidades como Ajdabiya, era habitual ver cómo una turba se lanzaba a golpes contra una o dos personas de raza negra. Les acusaban de ser mercenarios. La misma excusa que esgrimen para encerrar a los detenidos en Bab Bahar o en la escuela de Gorji, también en Trípoli. Tras seis meses de conflicto, la situación de los migrantes subsaharianos solo se explica con las palabras de Nana Knof, herido con un cuchillo a primeros de marzo: “Los negros en Libia no somos seres humanos”, lamentaba, mientras se recuperaba en el campo de refugiados de Choucha.


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